21 de enero de 2018

WONDER WHEEL –La noria de Coney Island–
(USA) Amazon Studios / Gravier / Perdido, 2017. 101 min. Color.
Pr: Letty & Erika Aronson y Edward Walson. Pr Ej: Mark Attanasio y Ronald L. Chez. Ft: Vittorio Storaro. Mt: Alisa Lepselter. DP: Santo Loquasto. Vest: Suzy Benzinger. EE: Mike Myers. Ms: grabaciones de diversos autores. G y Dr: Woody Allen.
Int: Kate Winslet, Juno Temple, Justin Timberlake, James Belushi, Jack Gore, Stephen Schirripa, Tony Sirico, Geneva Carr, Jenna Stern, Max Casella, David Krumholtz.
La trama arranca con el joven Mickey (Justin Timberlake) en su puesto de trabajo como socorrista en la playa de Coney Island. Él, mirándonos, se erige en narrador de la historia.
A este bullicioso lugar llega Carolina (Juno Temple) que ha decidido huir de su peligroso marido, un gangster empeñado en quitarla de en medio por venganza.
La desvalida muchacha viene en busca de su padre para pedirle cobijo.
Esta es Ginny (Kate Winslet), casada en segundas nupcias con el padre de Carolina y que ve la llegada de la joven como una nueva complicación.
Mickey, desde su torre de madera, repara en Ginny que pasea solitaria por la playa e inmediatamente ve en ella una mujer con historia.
La frustrante vida de Ginny la lleva a pequeñas evasiones como sus relajantes paseos por la playa tal vez rememorando lo que pudo ser y no fue.
En el bullicioso marco de la feria aparecen las amenazantes figuras de dos mafiosos (Stephen Schirripa y Tony Sirico) que buscan a Carolina para matarla por orden de su jefe. Aquí les vemos interrogando a Humpty (James Belushi), el padre, que procura desviar sus pesquisas. 
La relación de Ginny y Humpty está jalonada de enfrentamientos y problemas. Uno de ellos es Richie (Jack Gore), el hijo que aportó ella al matrimonio, un niño problemático con tendencias pirómanas.
Una angustiada Ginny que no ve luz en el túnel de su existencia, acompaña a su hijo en una sesión de cine. El pequeño también tiene lo suyo.
Entre jornada y jornada, un soleado remanso de paz en el que Ginny recuerda su truncada carrera de actriz a causa de una pasional relación sentimental que le dejó un hijo.
Humpty que se gana la vida como encargado del tiovivo de la feria, ha tenido problemas con la bebida y, rudo y simplón, carece de sensibilidad para entender las frustraciones de su esposa.
Admitida de nuevo por su padre, Carolina vive una difícil situación en ese hogar desestabilizado por los problemas.
SINOPSIS: En Nueva York, a comienzos de los años cincuenta, las vidas de cuatro adultos y un niño se entrelazan en medio del ajetreo y el bullicio del parque de atracciones de Coney Island: la camarera Ginny, su marido Humpty, Mickey, un joven socorrista que trabaja en la playa y que sueña con convertirse en el autor literario de grandes historias, Carolina, una joven descarriada hija de Humpty en un matrimonio anterior que huye de su marido un mafioso empeñado en matarla y el pequeño Richie, hijo pirómano de Ginny, fruto de su primer matrimonio.
Ginny ha conocido a Mickey el socorrista y ve en ese joven a una persona capaz de escucharla y entenderla e inmediatamente se siente atraída por él. 
Aquí tenemos a Ginny en su dura jornada laboral en la ostrería y observamos que ha conseguido un trabajo para Carolina en ese local.
Mickey tiene clandestinos encuentros románticos con Ginny.
A pesar de todo lo que hace de su vida un infierno, esta mujer conserva su potencial atractivo. Ahora, estar enamorada de Mickey despierta el deseo de sentirse viva, su sensualidad adormecida. 
Un momento tenso: sorprendidos en la calle por Carolina, Ginny se ve obligada a presentársela.
Las broncas cotidianas de Humpty con su mujer contribuyen al enrarecimiento de la atmósfera familiar.
Los encuentros sexuales de Ginny con Mickey hacen que se sienta de nuevo una mujer deseada y con expectativas de futuro.
Carolina, ajena a la historia de su madrastra con Mickey, le confiesa inocentemente que tiene citas con el joven socorrista y que abriga la esperanza de un noviazgo con él.
La noticia cae como una bomba sobre Ginny que de nuevo ve venirse abajo sus planes de futuro. Los celos hacen su aparición.
El terrible momento de las confesiones. Además, Carolina ha desaparecido y eso angustia a Mickey pues sabe que la buscan los secuaces del marido mafioso.
No obstante, hay cierta irritante pasividad en la actitud de este personaje ante la clara sospecha de que Carolina haya sido asesinada por sus perseguidores.
Las cosas se han puesto mal para todos. Ginny, evadiéndose de su trágica realidad y al borde de la enajenación, se pintarrajea y se pone el vestido que conserva de uno de sus personajes teatrales.
COMENTARIO: El día que nos falte ese alimento vital, la película anual de Woody Allen, el que suscribe sentirá un vacío irrellenable, una inconsolable orfandad que podrá ser parcialmente dulcificada acudiendo al nostálgico placer de revisar una y otra vez todas sus películas. Puntualmente, nos ha llegado la penúltima (cuando escribo esto ya tiene lista la siguiente, “A RAINY DAY IN NEW YORK”), un melodrama tan bello en su diseño formal (portentosa función dramática de la iluminación y el color a través de la irisada fotografía de Vittorio Storaro) como inmisericorde en sus premisas: seres perdidos en esa “tierra de nadie”, atrapados en ese desesperante limbo entre sueño y realidad (el parque de atracciones de Coney Island es la perfecta metáfora). Ginny, la protagonista (maravillosa Kate Winslet), es una abrumada mujer al borde del estallido, actriz frustrada, camarera de profesión en una marisquería de la feria, casada con un patán y angustiada vigilante de un hijo de diez años que expresa su descontento quemando el entorno (literalmente). Ella, si la comparamos con la Cecilia de “LA ROSA PÚRPURA DEL CAIRO”, carece de recursos escapistas. Aquella, menos exigente consigo misma, se refugiaba en una sala de cine para “vivir” las historias de fantoches representantes de un mundo burbujeante y sofisticado que la ayudaban a olvidar su vida miserable. Ginny solo puede acudir a una botella de ginebra escondida en el fregadero.
Allen nos habla de las jugadas del destino, del pago de los errores y en definitiva de la condición trágica de la vida utilizando esta vez como vicario de su discurso a Mickey, un joven con aspiraciones de escritor que trabaja como socorrista en la playa de Coney Island. Es su voz en off en funciones de narrador la que nos pone en situación de seguir a los personajes si bien en un determinado momento acaba siendo engullido por el devenir de estos e integrado como una figura más en esa rueda de acontecimientos ineludibles. Este Mickey (un insuficiente Justin Timberlake) acaba resultando el personaje más antipático por su acomodaticia postura, por su egoísmo y por esa calculada distancia emocional que establece tanto con Ginny como con Carolina, la desvalida hijastra de ésta, a las que utiliza –sin ser consciente de ello– como meros elementos de inspiración, como fuentes de experiencia y aprendizaje para sus futuras construcciones literarias. Ginny ve en él un inesperado clavo ardiendo al que agarrarse, un atisbo de esperanza, un último tranvía al que subirse, y despierta en ella pasiones que creía olvidadas. Pero el autor no la permitirá esa huída. Tampoco a los demás. “WONDER WHEEL” es una película sombría y desencantada que roza la impiedad en muchos momentos e impide que el espectador se acomode en previsibles mecanismos que le tranquilicen. El pesimismo del octogenario Woody Allen vuelve a sacudirnos y lo hace sin la vaselina del humor, con una película cuya depuración narrativa le sigue manteniendo –en opinión del que suscribe– como uno de los pocos genios en activo.

4 comentarios:

  1. Es curioso que señales la antipatía que desprende el personaje del socorrista porque también a mí su actitud me puso de los nervios y por los mismos motivos que explicas. El chico resulta penoso con su melifluo comportamiento. Me parece una de las mejores películas de Woody Allen y la más desoladora en mucho tiempo, con un personaje central, el de esa inestable y baqueteada Ginny, que me inundó de emociones gracias en buena medida a cómo lo borda Kate Winslet.
    Un abrazo.

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    1. La dureza de planteamiento en el cine de Woody Allen aparece incluso en muchas de sus comedias. Su pesimista percepción de la condición humana (cargada de razones) le empuja a ello. Pero, como decía en mi comentario de "WONDER WHEEL", cuando Allen se desprende del humor o lo utiliza de manera muy ácida le salen películas tan dostoievskianas e implacables como "DELITOS Y FALTAS", "MARIDOS Y MUJERES", "DESMONTANDO A HARRY", "MATCH POINT","EL SUEÑO DE CASSANDRA", o la que ahora nos ocupa.
      Un abrazo.

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  2. Ya sé que se trata de un drama tirando a tragedia y vaya por delante que "Wonder Wheel" me parece una buena película pero no sé si aquí Woody Allen jugaba a ser Tennessee Williams con los dos personajes femeninos. No creo que se trate de misoginia ni de pesimismo, a mí me parece impiedad pura y, sobre todo, dura.
    Abrazos.

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    1. Si te refieres a cómo Allen aquí se ceba con sus criaturas (en este caso, las mujeres) acumulando sobre ellas traumas, decepciones y penitencias que las conducen al límite, al borde mismo de la locura (aquella Jasmine o esta Ginny), pues sí, tal parece que nuestro Woody haya querido acercarse en más de una ocasión a los retratos femeninos de Williams. En todo caso, esa "impiedad" a la que aludes la lleva hasta las últimas consecuencias en el caso de Carolina (no voy a destripar aquí lo que sugiere el último plano de ella en la película).
      Un abrazo.

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