MUJERES EN VENECIA (The Honey Pot)
(USA) United Artists / Famous Artists, 1966. 150 min. Color.
Pr: Joseph L. Mankiewicz y Charles K. Feldman. G: Joseph L. Mankiewicz, basado en la obra de Frederick Knott y la novela de Thomas Sterling, inspiradas en la obra "Volpone" de Ben Johnson. Ft: Gianni di Venanzo. Mt: David Bretherton. DP: John de Cuir. Vest: Rolf Gérard. Ms: John Addison. Dr: Joseph L. Mankiewicz.
Int: Rex Harrison, Susan Hayward, Cliff Robertson, Maggie Smith, Capucine, Edie Adams, Adolfo Celi, Hugh Manning, David Dodimead. En escenas eliminadas: Herschel Bernardi, Cy Grant, Frank Latimore, Massimo Serato.
![]() |
| El "moribundo" Cecil Fox (Rex Harrison) lanza una expresiva mirada a su secretario para que actúe rápido y le saque del apuro |
![]() |
| Un actor en paro, obligado por las circunstancias a hacer de secretario para un millonario con plan oculto |
SINOPSIS: El millonario Cecil Fox, secretamente arruinado, llama hasta su palacio veneciano a las tres mujeres que jalonaron su vida sentimental y pone en práctica un juego teatral con la ayuda de un actor en paro que habrá de hacerse pasar por su secretario. Fingiendo ante ellas estar moribundo, las engatusa con la idea de que a su muerte heredarán algo de su supuesta fortuna. Sin embargo, la “representación” sufre un giro insospechado cuando una de ellas muere mientras dormía.
![]() |
| La ex esposa favorita de Cecil: Mrs. "Lone Star" Crokett Sheridan (una extraordinaria Susan Hayward) |
![]() |
| La altiva y estatuaria princesa Dominique (la impar Capucine) trata de ocultar su desesperada situación |
COMENTARIO: Comedia sofisticada, de regia elegancia formal, pero, sobre todo, inteligente (éste es el adjetivo que mejor le cuadra a Mankiewicz) en la que el autor de “EVA AL DESNUDO” volvía a utilizar el personaje central (aquí, Cecil Fox), como un alter ego suyo, a través del cual nos comunica su postura. Un cierto predominio intelectual sobre los demás y un par de ases en la manga, le permiten a Fox urdir una trama, un juego que esconde una intencionalidad, y mover los hilos de la representación con la sutileza y precisión de un demiurgo. Claro, que un personaje no previsto en el “guión” (la enfermera Watkins), o el azar en otras ocasiones, vienen a desbaratar el plan tan meticulosamente diseñado. Los destinatarios de esta “puesta en escena” tramada por el personaje en el film son sus tres codiciosas amantes; los de Mankiewicz tras la cámara, nosotros los espectadores, que asistimos a una apasionante exhibición de talento (¡qué brillantes diálogos!). Lástima que personajes reales (productores a los que siempre les horroriza el riesgo) chafaran en su día el primitivo diseño que Mankiewicz tenía para esta película, más audaz y complicado que lo que ha quedado en la pantalla. Nunca sabremos si nos hubiera gustado más. Difícil, ciertamente.
No deseo terminar sin destacar también lo que una formidable dirección de intérpretes consiguió extraer del siempre sutil Rex Harrison en su cuarto trabajo con este director: una memorable actuación.







