SIETE MUJERES (7 Women)
(USA) MGM / Bernard Smith Prod. / John Ford Prod., 1965. 87 min. Color. Panavision.
Pr: Bernard Smith y John Ford. G: Janet Green y John McCormick, basado en el relato corto “Chinese Finale” de Norah Lofts. Ft: Joseph LaShelle. Mt: Otho Lovering. DA: George W. Davis y Eddie Imazu. Vest: Walter Plunkett. Ms: Elmer Bernstein. Dr: John Ford.
Int: Anne Bancroft, Sue Lyons, Margaret Leighton, Flora Robson, Mildred Dunnock, Betty Field, Eddie Albert, Anna Lee, Mike Mazurki, Woody Strode, Irene Tsu, Jane Chang.
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Esta es la doctora Cartwright (Anne Bancroft) cuando llega a la misión americana para cubrir el puesto dejado por la muerte del anterior doctor. |
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Y aquí tenemos a Agatha Andrews (Margaret Leighton), de ideas estrictas y anticuadas, que rige las actividades en esa misión evangélica en territorio hostil. |
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La doctora Cartwright se pone al día en cuanto a la delicada situación que se vive en ese lugar. La acompañan en la imagen la señorita Binns (Flora Robson) y la señora Russell (Anna Lee). |
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Ajena a los ritos religiosos que practican los integrantes de la misión, la desafiante actitud de la doctora Cartwright provoca una mirada recriminatoria de la señorita Andrews. De pie vemos a Emma (Sue Lyon), Jane (Mildred Dunnock), Charles (Eddie Albert) y Florrie (Betty Field). |
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El enfrentamiento y la tensión entre la doctora Cartwright y la señorita Andrews es inevitable. |
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Emma es muy joven y la única en ese grupo de mujeres dispuesta a conectar con las abiertas ideas de la doctora. |
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En el carácter restrictivo y envarado de la señorita Andrews debemos incluir una inconfesada inclinación lésbica por la muchacha. |
SINOPSIS: En 1935, en el norte de China, cerca de la frontera con Mongolia, una misión es asaltada por bandidos mongoles que amenazan con violar y asesinar a las misioneras que allí se encuentran. Una valiente doctora recién llegada a ese lugar "negociará" con el jefe de la horda para intentar salvar a sus compañeras.
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Aquí tenemos a las dos mujeres mostrando sin ambages sus antagónicas posturas. |
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Sorprendemos a Emma, la única mujer con posibilidades de futuro en ese grupo, pasándolo mal. |
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Los bandidos mongoles finalmente irrumpen en la misión. El tipo alto, musculoso y de fiera estampa situado a la izquierda de la imagen es el fordiano Woody Strode. |
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Una apurada señorita Andrews tratando de solventar una situación muy delicada. |
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Una cabreada doctora Cartwright poniendo en su sitio al bandido mongol. |
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Este es el temible Tunga Khan (Mike Mazurki), jefe de la horda, dispuesto a "intimar" con la doctora. |
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Cartwright comprende que solo existe una posibilidad de salvar a los integrantes de la misión y decidirá jugar esa baza desesperada, sacrificándose por ellos. |
COMENTARIO: Si en la época en que se estrenó esta película pudo parecer extraña la elección temática efectuada por John Ford para clausurar su larga y gloriosa trayectoria (¿acaso estaba en su ánimo que ésta fuera la última?). Aunque probablemente sí, ahora comprendemos lo irrelevante de aquella primera impresión. Porque por encima de otras sorpresas (el reparto es casi íntegramente femenino), se trata de una gran película en la que el autor de "EL ÚLTIMO HURRA" quiso esta vez prescindir de sentimentalismos nostálgicos y excesos retóricos, ofreciéndonos una obra concisa, conmovedora en su desnudez e inusual en el protagonismo que otorga a su admirativa valoración de la mujer, aquí, a través de la doctora Cartwright (Anne Bancroft) y la incorporación de ese personaje a una anacrónica misión evangélica en la convulsa región de Manchuria de 1935. Una aislada comunidad que ignora voluntariamente la realidad exterior cada vez más amenazante personificada en Tunga Khan y el sangriento avance de sus hordas.
Precisamente, la presentación en la película de la doctora Cartwright se efectua con su llegada a ese escenario único como una mujer independiente, escéptica, irónica, bregada, de aspecto y maneras poco convencionales, valiente y sincera (casi como la versión femenina de un solitario héroe de western llegando a un fuerte asediado), e inmediatamente nos queda claro el posicionamiento de Ford en favor de lo que ella representa frente a ese mundo histéricamente puritano, insatisfecho y represor encarnado por la misionera Andrews (Margaret Leighton) a la que, además, Ford “adorna” con tendencias lésbicas que de alguna manera vienen a agudizar su lucha interior (ahí están las escenas con la joven Emma). Del choque entre estas dos mujeres y sus concepciones antagónicas del mundo y la existencia surge el conflicto y la tensión in crescendo que estallará cuando la realidad exterior finalmente irrumpa de manera violenta en ese aislado microcosmos.
Para quienes no hayan superado una visión tópica y superficial de su obra, puede resultarles sarcástico (y revelador) que Ford acabe otorgando la redención –e incluso la salvación física– a esa comunidad religiosa merced a la lucidez y generosidad de una doctora atea y “pecadora” que llega a inmolarse para salvar a quienes, en nombre de unos postulados intransigentes, solo demostraron incomprensión, hostilidad y egoísmo.
“SIETE MUJERES” es el resultado de una evolución en la trayectoria del viejo John Ford consciente de haber sido sustituido en un mundo que ya no le necesitaba. Ya en el ocaso, tal vez presintiendo su cercana muerte, escribe el último párrafo de un testamento cuya redacción había comenzado a partir de “CENTAUROS DEL DESIERTO” y que culminaría ya sin aflicción por los paisajes perdidos, serenamente, con una dignidad y entereza estremecedoras, en esta película corolaria que conjuga lo crepuscular con la fuerza de lo insobornable. El beso de despedida de la doctora a la misionera que ha comprendido al fin su abnegado sacrificio y ese momento final sublime –digno de Mizoguchi– en que tras beber de la misma copa con la que ha envenenado a Tunga Khan la estrella contra el suelo, esencializan la naturaleza del discurso, cuyo lado más hermoso y matizado es ese canto a la dignidad de la mujer. Luego, habiendo llegado al final de su recorrido, a Ford solo le quedó fundir a negro.