APOCALYPSE NOW
(USA) Omni Zoetrope, 1976-79. 153 min. Versión Redux: 202 min. Color. Technovision 70 mm.
Pr: Francis Ford Coppola, Fred Roos, Gray Frederickson y Tom Sternberg. G: John Milius, basado en la novela "El corazón de las tinieblas¨ de Joseph Conrad. Narración: Michael Herr, a partir de su libro "Dispatches". Ft: Vittorio Storaro y Stephen H. Burum (2ª Unidad). Mt: Richard Marks, Walter Murch, Gerald B. Greenberg y Lisa Fruchtman. DP: Dean Tavoularis. Sonido: Walter Murch. EE: Joseph Lombardi y A. D. Flowers. Ms: Carmine Coppola, Francis Coppola y Richard Wagner (extracto de "La walkiria"). Can: The Doors, Rolling Stones, Flash Cadillac, etc. Dr: Francis Ford Coppola.
Int: Marlon Brando, Robert Duvall, Martin Sheen, Frederic Forrest, Albert Hall, Sam Bottoms, Larry Fishburne, Dennis Hopper, Harrison Ford, G.D. Spradlin, Scott Glenn, Jerry Ziesmer, Cynthia Wood, Colleen Camp, Linda Carpenter. Sólo en la versión Redux: Christian Marquand, Aurore Clément, Michel Pitton, Franck Villard.
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El capitán Benjamin Willard (Martin Sheen) tiene por delante una oscura misión de imprevisibles consecuencias para él. |
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El marine Lance Johnson (Sam Bottoms), un ídolo del surf en la Costa Oeste, ahora enrolado en el grupo del capitán Willard. |
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El arrogante teniente coronel Kilgore (Robert Duvall) explica al surfista Johnson las posibilidades de practicar con la tabla en esa playa una vez que sus helicópteros "cautericen" la zona con napalm. |
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Los helicópteros en formación de ataque se dirigen al bosque colindante con la playa para limpiarlo de enemigos mientras en los altavoces instalados suena "La Cabalgata de las Walkirias". |
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Los efectos del ataque con napalm son dantescos. Mientras, Kilgore disfruta del espectáculo con infinito engreimiento. |
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Kilgore a Willard: "Me gusta el olor del napalm por la mañana, huele a... victoria". |
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Hasta un remoto lugar de la jungla vietnamita, insospechadamente, llegan las Conejitas de Play Boy para ofrecer un excitante espectáculo a los soldados destinados en esa base. |
SINOPSIS: En Vietnam, un capitán recibe órdenes de sus superiores de localizar y acabar con un ex-coronel de los Boinas Verdes que desde lo más profundo de la jungla camboyana ha emprendido por su cuenta una terrible guerra, secundado por un asalvajado ejército paralelo de fieles seguidores. El largo viaje por el río, cuajado de peligros y episodios sorprendentes culminará con el encuentro de los dos hombres en un alucinante marco de horror y muerte.
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Al final del trayecto por el río que ha llevado a Willard hasta lo más profundo de la selva camboyana, es recibido por los hombres de Kurtz y por un gesticulante fotoreportero (Dennis Hopper) que se expresa con una verborrea inconexa. |
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Lo primero que percibe Willard en ese extraño lugar es el seguimiento ciego de los componentes del ejército de Kurtz a su jefe al que consideran poco menos que un dios. |
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He aquí al coronel Walter Kurtz (Marlon Brando), cuya imponente presencia y magnetismo llegan a fascinar al que debe ser su verdugo, el capitán Willard. |
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Kurtz en sus dominios, a la luz del día. |
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Willard camuflado en las brumas de la noche, sumergido en las emanantes aguas del río, nada y acecha a su presa como un monstruo acuático. |
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Willard, escindido y atrapado entre la naturaleza de su misión y la fascinación que le produce la figura de Kurtz, observa y duda antes de atacar a su presa. |
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"El horror, el horror..." |
COMENTARIO: Parece ser que en su larga génesis, lo que inicialmente iba a ser un realista film bélico sobre la guerra de Vietnam, fue transformándose y creciendo conforme avanzaba la prolongada, costosa y accidentada producción. Y lo hizo hasta perder su primitiva naturaleza en manos de un Coppola progresivamente poseído y "conducido" por su propia criatura, agigantada y mutante, en un alucinado y enriquecedor trayecto de lo físico a lo metafísico.
En virtud de lo cual, a medida que Willard remonta el río Nung, Vietnam ya sólo era el telón de fondo para una fantasmagoría que nos transporta al interior de la sinrazón, al "corazón de las tinieblas", de la barbarie en sus diferentes vertientes. La de Kurtz, la primitiva, la prehistórica, y la de Kilgore, esa especie de Custer hollywoodense con sombrero Stetson, la irónicamente "respetable" ("Me gusta el olor del napalm por la mañana, huele a... victoria" —le dice a Willard mientras a sus espaldas la selva es calcinada).
El film, demoledor y desesperado, de alucinatorias imágenes, en su genial desmesura y complejidad, en su terrible belleza, se desliza más allá del borde, es pura sensación, pensamiento enloquecido, tangible y obscena pesadilla. En suma, una absorbente, fascinante obra imperfecta de terribles significados.