31 de diciembre de 2016

MOBY DICK
(GB-USA) Warner Bros / Moulin Pictures, 1956. 116 min. Color.
Pr: John Huston, Lehman Katz y Jack Clayton. G: Ray Bradbury y John Huston, basado en la novela de Herman Melville. Ft: Oswald Morris y Freddie Francis (2ª Unidad). Mt: Russell Lloyd. DP: Ralph Brinton y Stephen Grimes. EE: Gus Lohman. Vest: Elizabeth Haffenden. Ms: Philip Sainton. Dr: John Huston.
Int: Gregory Peck, Richard Basehart, Leo Genn, Orson Welles, Harry Andrews, James Robertson Justice, Bernard Miles, Friedrich Ledebur, Edric Connor, Mervyn Johns, Joseph Tomelty, Royal Dano, Seamus Kelly, Francis de Wolf, Tamba Allenby, Tom Clegg.
El narrador de nuestra historia se llama Ismael, un joven que llega a New Bedford
con la intención de embarcarse como marino en un barco ballenero.
En la taberna del puerto, Ismael (Richard Basehart) entabla una conversación
con el 
"amigable" Stubb (Harry Andrews).
Antes de embarcar, el ilusionado Ismael asiste a un oficio religioso en la iglesia del pueblo.
Desde un púlpito que simula la proa de un barco, el Padre Mapple (Orson Welles) con su impresionante aspecto da un sermón preparatorio a los que se disponen a hacerse a la mar.
En la víspera de su embarque, Ismael se lleva un buen susto cuando descubre que su compañero de cama en la posada es un tatuado aborigen llamado Queequeg (Friedrich Ledebur), experto arponero.
Ismael y Queequeg frente al Pequod, el barco ballenero en el que han de embarcar. 
Inscribiéndose como miembros de la tripulación antes de subir al barco.
El segundo de a bordo en el Pequod es Starbuck (Leo Genn).
 Le vemos en el momento de despedirse de su familia.
Este tipo es el agorero Elijah (Royal Dano) que en el momento de soltar amarras predice la mala suerte que correrán todos los embarcados en el Pequod.
Queequeg es muy supersticioso y en un momento dado se convence de que, efectivamente, todos los tripulantes de ese barco están condenados. Le miran atemorizados Ismael y el carpintero (Noel Purcell).
Este es Daggoo (Edric Connors), un bregado arponero.
Aquí tenemos en cubierta a Tashtego (Tom Clegg), a punto de conocer al capitán
de esa nave quien hasta ahora había permanecido oculto en su camarote.
SINOPSIS: En el año 1814, un joven marino llamado Ismael llega a New Bedford, corazón de la industria ballenera de Nueva Inglaterra y se embarca en el Pequod, barco ballenero cuyo capitán, Ahab, está obsesionado con dar caza a una gran ballena blanca conocida como Moby Dick, que en el pasado le arrancó una pierna.
Por fin aparece la amenazadora figura de Ahab (Gregory Peck) en el puente de mando.
Las miradas expectantes de todos los miembros de la tripulación ante la presentación del capitán.
Ahab en el camarote aclarando puntos de la ruta con su segundo Starbuck.
Una mezcla de miedo y fascinación obliga a los hombres del Pequod a seguir
a Ahab hasta el mismo infierno si fuera necesario.
En realidad, Ahab no está tan interesado en buscar bancos de ballenas para llenar la bodega de su barco como en dar caza a una ballena blanca en concreto a la que persigue de manera obsesiva desde hace años.
Starbuck comienza a inquietarse al ser consciente de la vengativa obsesión de su capitán.
El razonable Starbuck trata de convencer a Ahab de que el interés y el motivo de ese viaje es cazar ballenas y volver a puerto con la mayor carga posible.
Las cosas comienzan a ponerse feas ante la demencial actitud del capitán, empeñado en perseguir y matar a Moby Dick, la ballena blanca que una vez le arrancó una pierna.
Esta imagen corresponde a los tonos de color que deseaba Huston para su película.
Finalmente, aparece la gigantesca ballena blanca que obsesiona a Ahab.
Atrapado entre las cuerdas, Ahab hunde con saña su arpón una y otra vez
en las entrañas de Moby Dick.
La enorme ballena herida, en su último ataque y con el cadáver de Ahab sujeto a ella, arremete contra la nave que tan tenazmente la ha perseguido.
COMENTARIO: La filmografía de John Huston es en apariencia tan zigzagueante que a poco que nos despistemos acabamos divagando cuando tratamos de establecer una hilazón entre un título y el siguiente. En cualquier caso, estamos ante el que fue un narrador apasionante que a lo largo de su carrera fue evolucionando sin dejar de ser él mismo. Un tío al que le gustaba la aventura, la búsqueda, es decir, vivía y bebía la vida del mismo modo que el whisky, paladeándola y enguyéndola; creo que (al contrario que Truffaut) la anteponía al propio cine y es muy posible que quienes le conocieron, se lo pasaron mejor con él que viendo sus películas.
Especialmente interesado en los “perdedores”, dio forma con sus imágenes a los conflictos que genera la naturaleza humana a través de las historias que nos contó y de los hombres y mujeres que las protagonizaron, criaturas que venían a darnos una nueva concepción del héroe cinematográfico. En ocasiones, como una paradoja, a través de esas derrotas el héroe hustoniano si no obtenía lo que le había empujado a la aventura y por lo que había luchado, sí conseguía afianzar su propia identidad, que posiblemente fuera, a la postre, lo único que de manera inconsciente andaba buscando. Esto queda especialmente claro en las películas que rodó con Humphrey Bogart. Pero centrémonos en el título que ahora nos ocupa y analicemos brevemente “MOBY DICK”.
Adaptar al cine la novela de Herman Melville fue un viejo proyecto de John Huston que ya quiso rodar a mediados de los años cuarenta con su padre Walter de protagonista. Una década después pudo finalmente afrontar su rodaje, eso sí, con el condicionamiento de la presencia de una estrella en el reparto. En cualquier caso, la arriesgada elección de Gregory Peck para incorporar al capitán Ahab se vió recompensada con una esforzada pero excelente composición del actor. El guión de Ray Bradbury, en el que también intervino el propio Huston, fue una encomiable condensación (que no simplificación) del libro de Melville al que, no obstante, en su paso a la pantalla se le “voltearon” las connotaciones religiosas, obteniéndose así un enfoque más bien ateo (y blasfemo para algunos) del desafian­te enfrentamiento del mortal Ahab con la deidad-ballena blanca.
Un film apasionante de acción y aventuras, de poderosas imágenes, en el que el director, como era su tendencia, quiso experimentar con el color (ya lo había intentado con “MOULIN ROUGE” y vol­vería a hacerlo de manera aún más radical en “REFLEJOS EN UN OJO DORADO”), empeño en el que, por miedo a que los resultados fueran rechazados por el público, siempre fue traicionado por productoras y laboratorios.

12 comentarios:

  1. Ésta quizás la vi cuando era niño, pero hace muchos años. Podría ser una buena opción para disfrutarla hoy a la tarde en familia.
    Feliz año, Teo.

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    1. Siendo también un niño, "MOBY DICK" fue la primera película que vi en Madrid cuando en 1961 "emigré" a la capital de España desde mi Valladolid natal. Recuerdo que fue en el desaparecido Cine Sol. Si finalmente la ves en estos días, ya me contarás.
      Igualmente te deseo un 2017 pleno de satisfacciones.
      Mientras, un abrazo.

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  2. Aunque naturalmente de esto muchos años, recuerdo que leí la novela cuando ya había visto la película de Huston. Esto hizo que por encima de las descripciones de Herman Melville, yo le pusiera a Ahab la cara de Gregory Peck de principio a fin de mi lectura. Lo digo porque he vuelto a ver la película hace relativamente poco y creo que Peck está soberbio, además de confirmar mi opinión de que "Moby Dick" es una... no sé si llegar a llamarla obra maestra pero sí una impresionante versión cinematográfica del libro.
    Tomo buena nota y reflexionaré sobre esas sutiles simbologías en la narración en torno a Ahab y la ballena que apuntas en tu excelente comentario. Es muy posible que hasta vuelva a revisarla para centrarme en ellas.
    Un saludo.

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    1. Eso es inevitable. Por ejemplo, me ocurrió lo mismo cuando tras ver en el cine "BARRABAS", la peli de Richard Fleischer, adquirí el (más que recomendable) libro de Pär Lagerkvist que analiza la figura de este personaje bíblico y fábula sobre su trayectoria, por más que la descripción física del escritor sueco no coincidiera con la del físico de Anthony Quinn, fue inútil; la fisonomía del actor se superpuso en todas las páginas del libro.
      Gracias por el adjetivo que dedicas a mi texto y, en cualquier caso, no estará de más que vuelvas sobre tan arriesgada y valorable película, en mi opinión, una de las mejores de Huston.
      Un saludo.

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  3. Personalmente, Moby Dick me parece uno de los más hermosos e importantes filmes que he visto. La adaptación de Ray respeta fielmente el espíritu de la novela. Y eso que tuvo que suprimir varias partes y personajes importantes del texto. John quería, además, centrarse únicamente en la compleja figura de Achab y pedía a Ray, continuamente, que simplificase la novela. De todas formas, el guion, como resultado en cuanto a servir la novela de Melville - y desde un punto de vista estrictamente cinematográfico -, es de una atmósfera apocalíptica que la envuelve, constantemente, dándole dimensiones gigantescas, o, mejor dicho, titánicas. Estéticamente es una película bellísima. El color evoca constantemente estampas románticas del siglo XVIII. Gracias al tratamiento del color, éste le sirve para rodear de un cerco trágico a la obra. El tratamiento es una huida constante de los tonos violentos. Hay bastantes ocasiones en que se tiene la sensación de estar viendo una película en blanco y negro. Predomina los grises, los marrones, los negros. Hay un contraste dramático, casi siempre, de colores. Moby Dick, muy blanca, cuando aparece por primera vez, en medio de un mar siniestramente oscuro. Ese escudo de oro, clavado en el mástil, brillando sobre un barco y una tripulación apagados, mates. El colorido - las brumas en las escenas de New Bedford - adquiere una dimensión casi física.

    Posiblemente por ser tan opuestos de carácter, tanto Huston como Ray, lograron entenderse a la perfección y supieron seguir a Melville - sin equivocarse de ruta -, en un complicado viaje, a través de los inexplorados mares del espíritu, en busca de una ballena blanca.

    Se dice que la maqueta de la ballena se perdió en alta mar y que no volvió a encontrase nunca. Quisiera creer de verdad que ocurrió así, ya sabe, por si alguien algún día la encuentra.

    Le deseo un buen año.

    Un cordial saludo.

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    1. Creo que este "MOBY DICK" es uno de los empeños más significativos y personales de un Huston fascinado desde siempre por algunos de los contenidos de la novela de Melville (lo que no le impidió voltearlos). Como bien apuntas, en esa revisión del admirable libro recurrir a un elemento contrastador como era la presencia de Bradbury en el guión contribuyó a remarcar (o mejor, equilibrar) lo que en el fondo eran las intenciones del director que tanto tú como yo hemos intentado reflejar, no sé si con acierto, en nuestros respectivos comentarios de manera complementaria.
      Luego, en efecto, está esa inquietud por los aspectos pictóricos y atmosféricos que Huston buscó para las imágenes de la película. Pero lo que más me gusta es que no recurre a simbolismos (salvo la aparente invulnerabilidad y el color blanco del cetáceo como representación de la divinidad odiada y perseguida por el desafiante Ahab) sino que todo nos lo dice a través de la acción, como, por otra parte era habitual en su cine.
      Como dato informativo, toda la parte final de la película, es decir, el postrero enfrentamiento de Ahab con la ballena, se rodó en las costas de la isla de Gran Canaria, así que vaya usted a saber si no permanecerá por allí, en las profundidades, nuestra Moby Dick esperando a un nuevo perseguidor.
      Gracias por tu perceptivo comentario, Melmoth (espero que no seas el longevo y torturado personaje de Maturin). Un saludo.

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  4. Querido Teo: me ha hecho mucha ilusión que hayas dejado un comentario en el blog. Yo tampoco había escrito nunca ningún comentario por aquí.
    Y te digo que John Huston es un director al que quiero mucho. Muchas de sus películas, incluso las más denostadas, las recuerdo con cariño.
    Te reconozco, sin embargo, que Moby Dick la tengo muy pero que muy en olvido. Pero refrescas la memoria con los fotogramas y tu texto.
    No así otros títulos que nombras, Reflejos en un ojo dorado me parece una película interesantísima. Pienso que John Huston sabía adaptar las obras literarias que le gustaban, sabía darles su visión y no traicionarlas. Su última películas Dublinesses o Los muertos me parece una adaptación maravillosa del relato de James Joyce.

    Beso
    Hildy

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    1. Hola, Hildy. Yo también encantado de que te hayas acercado hasta este rincón en technicolor al que espero vuelvas alguna que otra vez con tus opiniones cinéfilas que he podido conocer desde hace tiempo a través de tus intervenciones en terceros blogs.
      Huston no siempre ha conseguido redondear sus películas pero por encima de sus "patinazos" continúa siendo uno de los más apasionantes realizadores que nos ha dado el cine, y su filmografía acumula seis o siete obras maestras, en mi opinión, imprescindibles para comprender el devenir de este arte del siglo veinte (que muta y sobrevive en el XXI). Coincido contigo en la valoración de títulos como la compleja y fascinante "REFLEJOS EN UN OJO DORADO" o su obra postrera "DUBLINESES", una inteligente y exquisita adaptación de un texto de Joyce que el autor de “FAT CITY”, ya muy enfermo, afrontó con lucidez no exenta de melancolía. Un testamento que es a la vez una conmovedora reflexión sobre el (sin)sentido y fugacidad de la vida, cuando lo más fortuito puede repentina­mente descubrir nuestra ignorancia e inutilidad frente al ser amado, “raptado” ante nuestros ojos por la memoria y una canción. Un film profundamente bello y triste (¡el que más me gusta de Huston!), cuya emocionante perfección deriva de un estilo narrativo tan limpio como en apariencia sencillo.
      Un beso.

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  5. Tuve que esperar hasta el año pasado para poder ver esta película. Un amigo me regaló el blu-ray y desde entonces quiero más a ese amigo. Es una película sencillamente impresionante y yo también seguiría hasta mismo infierno a ese endurecido e implacable capitán Ahab con su mirada penetrante y su ortopedia de hueso de ballena. ¡Qué grande Gregory Peck asumiendo la piel de ese individuo que desafía a todo lo que se le pone por delante, terrenal o divino!
    Un abrazo.

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    1. Más vale (muy) tarde que nunca. Celebro que por fin hayas podido acceder a esta singular y fascinante película. Por lo demás, comprendo tu entusiasmo ante la composición de Mr. Peck. Nadie, salvo Huston, hubiera pensado en él como el intérprete ideal del poseso perseguidor de Moby Dick, pero ahí ha quedado su Ahab para la Historia.
      Un abrazo.

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  6. Hola Teo,
    Gran entrada y una película magnífica. He vistos muchas vereiones sobre Moby Dick, pero esta es sin duda una de mis favoritas.
    Aprovecho para felicitarte este 2017 lleno de cosas buenas!
    Saludos!

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    1. Hola, Éowyn, se te echaba de menos. Gracias por tus buenos deseos para este 2017 que hemos empezado y espero que para ti también sea un año estupendo en el que se materialicen algunos de tus sueños.
      Además de la película que nos ocupa, conozco una miniserie televisiva de tres capítulos que dirigió Franc Roddam a finales de los noventa y en la que Gregory Peck asumía el papel episódico del padre Marpple que en la de John Huston interpretó Orson Welles. También vi hace poco "EN EL CORAZÓN DEL MAR" de Ron Howard, que narraba el hecho "real" que supuestamente inspiró a Herman Melville para escribir su novela. Desconozco la versión de 1926 con John Barrymore como el capitán Ahab. En cualquier caso, creo que la película de Huston está muy por encima de las mencionadas.
      Un abrazo.

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