28 de noviembre de 2016

ALATRISTE
(Esp) Estudios Picasso / Origen / Universal Global Networks, 2006. 143 min. Color.
Pr: Antonio Cardenal y Álvaro Augustín. Pr Ej: Íñigo Marco y Belén Atienza. G: Agustín Díaz Yanes, basado en las novelas de Arturo Pérez-Reverte. Ft: Paco Femenia. Mt: José Salcedo. DA: Emilio Ardura y Benjamín Fernández. Vest: Francesca Sartori. Son: Pierre Gamet. Ms: Roque Baños. Dr: Agustín Díaz Yanes.
Int: Viggo Mortensen, Elena Anaya, Unax Ugalde, Eduard Fernández, Javier Cámara, Eduardo Noriega, Ariadna Gil, Juan Echanove, Pilar López de Ayala, Antonio Dechent, Blanca Portillo, Enrico Lo Verso, Francesc Garrido, Jesús Castejón, Cristina Marcos, Alex O’Dogherty, Francesc Orellá, Luis Zahera, Nacho Pérez, Nadia de Santiago, Pilar Bardem, Francisco Tous, David Reymonde, Tomás del Estal, Simon Cohen, Jesús Ruyman.
Pose de presentación de Diego Alatriste (Viggo Mortensen), soldado de fortuna.
Aquí le vemos entre brumas y con el agua hasta la cintura, acompañado por Guadalmedina (Eduardo Noriega) y Lope Balboa (Alex O'Doherty) en una incursión nocturna durante su estancia en la guerra de Flandes.
De regreso a Madrid, tiene a su lado a su buen amigo Francisco de Quevedo (Juan Echanove) y el esposo de una bella dama a la que Alatriste contempla.
La dama en cuestión es María de Castro (Ariadna Gil), una afamada actriz en 
las representaciones teatrales de la época.
Alatriste de nuevo en dificultades. Ahora tiene a su cargo al pequeño Íñigo Balboa (Nacho Pérez), hijo de su compañero de armas Lope, muerto en Flandes, al que prometió cuidar de su vástago.
Alatriste y Malatesta (Enrico Lo Verso), dos espadas alquiladas por un miembro de la nobleza a instancias de la Santa Inquisición para que lleven a cabo una oscura misión de asesinato.
Amparado por la noche madrileña, nuestro hombre entra de nuevo en acción.
Breve remanso: una copa de vino a la luz de las velas.
Diego y María siempre se han amado, pero tanto la profesión de ella, actriz y amante del rey, como los continuos alejamientos de él en guerras y correrías, siempre impidieron el asentamiento de ese amor.
Angélica de Alquézar (Elena Anaya), hija de un ministro de Felipe IV, se ha sentido atraída desde adolescente por Íñigo Balboa, hijo adoptivo de Alatriste.
Íñigo y Angélica ahora son conscientes, especialmente ella, de la barrera
infranqueable que representa el abismo social entre ambos.
...lo que no impide un pasional encuentro amoroso, eso sí, sin expectativas de futuro.
Diego Alatriste con herramientas y traje de faena.
SINOPSIS: A mediados del siglo XVII, Diego Alatriste tras cumplir como soldado en los tercios de Flandes, regresa con la promesa de cuidar del hijo de un compañero caído en combate. Al llegar a Madrid, se encontrará un imperio en decadencia que, dominado por las intrigas y la corrupción, es manejado por el Conde Duque de Olivares. Reconvertido en mercenario, Alatriste se verá envuelto en una turbia conspiración palaciega a la vez que sus problemas personales se multiplican.
Alatriste y Malatesta, ocasionales compañeros como asesinos a sueldo, siempre tuvieron sus diferencias. Ahora el segundo, enfermo, parece estar a punto de tener las de perder.
La esposa de Malatesta ha irrumpido en la estancia en el momento justo de salvar,
sin saberlo, la vida de su esposo. La suya es una figura hermética.
Alatriste recibe de manos de la viuda de Malatesta el florete de su difunto
 enemigo cumpliendo así su deseo póstumo.
Regreso a España de los supervivientes del tercio de mosqueteros que lucharon en Flandes.
El Conde de Guadalmedina, antiguo compañeros de armas de Alatriste en Flandes, es ahora un influyente y pragmático integrante de la corte de Felipe IV.
Guadalmedina trata de aconsejar a Diego, anteponiendo siempre los intereses al sentido de la amistad de la que ambos tienen concepciones diferentes.
En el mesón pasando el rato con su amigo Quevedo. Ambos comparten preocupaciones y las dificultades en que se ven derivadas de sus caracteres insobornables.
Luchando en la batalla de Rocroi, al norte de Francia, en 1643.
Las picas preparadas para frenar el avance de la caballería francesa.
Tras horas de cruenta batalla, los supervivientes españoles son conminados por los franceses a rendirse, pero no aceptan. En ese momento, ahí vemos al capitán Bragado (Francesc Orella), Íñigo, Alatriste y Copons.
Los escasos supervivientes del Tercio español, preparados para resistir heroicamente la última embestida del numeroso ejército galo comandado por el Duque de Enghien.
Una última imagen de Diego Alatriste, un hombre dispuesto a llevar su coherencia hasta la muerte.
COMENTARIO: Titánico esfuerzo del cine español por elevarse sobre el raquitismo endémico de su industria. La película responde, más allá de su tamaño como espectáculo, a las expectativas de un trabajo realizado sobre el andamiaje de un competente guión alimentado por la base literaria de las novelas de Pérez Reverte, equilibrado, con buenos y reveladores diálogos y puesto en imágenes que recogen con dureza y presunta fidelidad toda la oscuridad, miseria e ignominia de una España, la de Felipe IV, miserabilizada y aplastada por el poder, en cuyas calles la gente era empujada por la injusticia y el miedo (poderosos apuntes de lo que significaba la Inquisición) a una vida de delincuencia, hambre y desesperanza. En ese cambiante momento histórico en el que todo empezaba a venirse abajo, la figura de Diego Alatriste y su reducido grupo de fieles amigos son dibujados como personajes nada pragmáticos, crepusculares, desplazados, que desde el último reducto de su dignidad, se rigen y actúan de acuerdo a un código de honor y lealtad que los convierte en elementos incómodos, coyunturalmente utilizables por las cloacas del poder y luego desechables por ese no acomodamiento a las circunstancias que les rodean y por lo tanto, condenados a la extinción (a este respecto, casi se hace inevitable su comparación con los de “GRUPO SALVAJE” y algunas otras películas de Peckinpah).
La puesta en escena de Agustín Díaz Yanes (al que debemos reconocer su habilidad para obtener un extraordinario rendimiento visual a partir del presupuesto disponible), adecuadamente tenebrista, contiene en la estética y composición de los encuadres, voluntarias referencias a Velázquez, Solana y otros pintores y alterna momentos de gran inspiración y belleza con otros que denotan ciertas limitaciones de concepción que lamentablemente impiden a la cinta alcanzar –por muy poco– la categoría de obra maestra. 
Justa mención merecen los excelentes trabajos interpretativos a cargo de Javier Cámara dando vida al Conde Duque de Olivares, Eduard Fernández (extraordinaria su última escena en la película), Elena Anaya y la siempre hechizante Pilar López de Ayala cuyo personaje pedía a todas luces una mayor atención y extensión. Viggo Mortensen, físicamente da un convincente Alatriste, pero le pierde su dicción en castellano.