28 de julio de 2015

LA NOCHE AMERICANA (La nuit américaine)
(Fr-It) Les Films du Carrosse / PECF / Produzione Intercontinentale Cinematografica, 1973. 115 min. Color.
Pr: Marcel Berbert. G: François Truffaut, Jean-Louis Richard y Suzanne Schiffman. Ft: Pierre William Glenn. Mt: Martine Barraqué y Yann Dedet. DA: Damien Lanfranchi. Vest: Monique Dury. Ms: Georges Delerue. Dr: François Truffaut.
Int: Jacqueline Bisset, Jean-Pierre Léaud, François Truffaut, Valentina Cortese, Jean-Pierre Aumont, Dani, Alexandra Stewart, Nathalie Baye, Nike Arrighi, Jean Champion, David Markham, Graham Greene, Bernard Menez, Jean-François Stevenin, Gaston Joly, Walter Bal.
El director Ferrand (François Truffaut) flanqueado por el cámara Walter (Walter Bal) y la script Joëlle (Nathalie Baye) estudia la mejor manera de resolver un plano.
Ferrand indica al joven actor Alphonse (Jean-Pierre Léaud) cómo debe empuñar el arma para la difícil secuencia del disparo.
Tensión y silencio en el plató mientras mientras la cámara rueda.
Liliane (Dani), ayudante de la script, intima con Alphonse y es una muchacha inquieta que no siente una especial vocación por su trabajo.
Alexandre (Jean-Pierre Aumont) y Severine (Valentina Cortese), dos veteranos profesionales de la interpretación con largas carreras a sus espaldas, recuerdan su pasado glorioso.
A Severine, con serios problemas de retentiva, le asaltan miedos e inseguridades al sentirse incapaz de memorizar sus diálogos.
Ferrand recibe a Julie Baker (Jacqueline Bisset) que se incorpora al rodaje recién llegada de Hollywood.
El inestable e impresionable Alphonse pronto se siente fascinado por la belleza de Julie.
En esta imagen en blanco y negro vemos a Ferrand dando instrucciones precisas a Julie Baker sobre cómo debe mover la cabeza en ese plano.
SINOPSIS: En los Estudios “La Victorine” de Niza se rueda una película llamada “Os presento a Pamela” y a medida que avanza el rodaje van surgiendo dudas, dificultades, problemas, roces, percances y romances que afectan tanto a los miembros del equipo como a la propia película.
Durante el rodaje, Ferrand sabe tratar a Julie, una mujer frágil que ha pasado por una reciente crisis nerviosa que ha dejado huella en su carácter.
El paciente Ferrand sabe que dirigir a una actriz con problemas es una tarea delicada.
El rodaje de la película avanza; los problemas se suceden.
Stacey (Alexandra Stewart) es otra de las actrices a la que en pleno rodaje, en una determinada escena con bañador, se le nota un avanzado estado de embarazo. El director tiene que resolver ese problema.
Julie, en lugar de resolver sus propias zozobras, cree conveniente satisfacer la "pasión amorosa" que Alphonse siente por ella. Como terapia para suavizar la tensión, se le ocurre concederle una noche de sexo. Craso error.
Tras esa noche de amor, la actitud irresponsable e infantiloide de Alphonse provoca una crisis en Julie. Ella se encierra en su camerino y el rodaje se paraliza.
La gestación de un plano con muchas dificultades. Los encargados de resolverlo son Joëlle y el ayudante de producción Bernard (Bernard Menez).
El plano en cuestión es el de un gatito que debe acercarse a una bandeja de un desayuno consumido
y lamer la leche sobrante.
Una imagen promocional de "LA NOCHE AMERICANA" con el bellísimo rostro de Jacqueline Bisset.
COMENTARIO: Si buscamos líneas maestras en el cine de François Truffaut creo que ya aparecen claras desde su cortometraje “LES MISTONS” y los tres primeros largos. Por ejemplo, la imposibilidad de una felicidad duradera, la caprichosa repercusión del destino en la vida de las personas, ese tono agridulce que inunda su narrativa, la importancia capital de las mujeres y, claro, el amor al cine. De ahí, mi suposición de que Truffaut siempre buscó la forma de introducir abiertamente el “cine dentro del cine”. Con “LA NOCHE AMERICANA” lo consiguió con plenitud e intensidad y seguro que se quedó muy a gusto pues quiso y pudo demostrar esa unión real de vida y arte, como ocurre en las grandes obras; y esto nos lleva a la idea del arte que recrea a la vida con tanta fuerza que revela su auténtica razón de ser: el amor que la vida nos tiene y el amor que nosotros le tenemos a ella.
Este hermoso film que ahora nos ocupa, es toda una declaración de amor al cine y al mismo tiempo un homenaje a las gentes que lo hacen. Aunque, según dice ese director Ferrand que él mismo interpreta, “las películas son más armoniosas que la vida”, Truffaut, por lo afirmado en el párrafo anterior, se com­plació en establecer de manera transparente paralelismos y ocasionales convergencias, y todo ello en un embelesante tono de comedia solo roto por la fortuita intrusión de la tragedia (la muerte por accidente de un actor). Vida y ficción parecían fundirse.
Por encima de otras conside­raciones, se trata del regalo de un hombre (al que perdimos prematuramente) muy enamorado de la vida y de su profesión. Se lo agradeceremos siempre mientras disfrutamos de sus fascinantes películas, esas que, sembradas de momentos mágicos perfectamente ensamblados, nos producen la impresión de algo que surje de la pantalla y nos pertenece por entero; y por entero, en este mundo, solo nos pertenece la vida. O algo todavía mejor, porque las películas no mueren nunca.

8 comentarios:

  1. Me parece uno de los ejemplos más cautivadores de cine dentro del cine. Inolvidable la escena del gato.

    Besos

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    1. Cierto, Maribel. Su amoroso acercamiento a ese mundo y sus habitantes llega a arrebatar a quienes -como alguno de nosotros- nos reconocemos "amantes del cine". La escena del gato está muy bien pero imagino que la mencionas entre muchas de las que la película está jalonada, tan afortunadas como esa.
      Un beso.

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  2. Resulta difícil no dejarse seducir por las películas de Truffaut, y "La noche americana" resulta poco menos que una declaración de principios sobre él mismo y su cine. Por supuesto, es una de las que más me gustan de este realizador del que, no obstante, me quedaría con "Los 400 golpes" y "La piel suave". Maravillosas.
    Un saludo.

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    1. Estoy de acuerdo. Es como si Truffaut hubiera necesitado imperiosamente declarar en público (es decir, a nosotros) su amor por el cine y la vida. Y en "LA NOCHE AMERICANA" nos lo dejó claro con seductora vehemencia.
      Esos dos títulos que mencionas se encuentran también entre mis favoritos y añadiría "LA SIRENA DEL MISSISSIPPI" y "LA MUJER DE AL LADO", desesperadamente románticas.
      Un saludo.

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  3. J.L. Llamazares03 agosto, 2015

    Aparte del amor al cine y a la vida que se menciona en los comentarios que me preceden, también influye el papel del director en el cine europeo contrapuesto al que tiene en el cine de Hollywood. Para ilustrar lo que digo, basta comparar "Dos semanas en otra ciudad" de Minnelli, con "La noche americana" de Truffaut. Naturalmente, las visiones y versiones de ambas de lo que es un rodaje no se parecen nada.
    Un saludo.

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    1. Bueno, sí, en eso tienes parte de razón. Por lo general, los directores europeos suelen ser más "autores", más dueños, de sus películas que los americanos, sujetos a estrictas políticas de producción que limitan su libertad creativa. Eso no ha impedido que en el cine de Hollywood haya habido grandes maestros que impusieron (o "colaron") su autoría pese a unos condicionantes que no siempre resultaban fáciles de esquivar. De ahí, que Truffaut, sintiéndose siempre el padre de sus criaturas cinematográficas, demostrara su amor por ellas de una manera más "intensa", con sus virtudes y defectos.
      Un saludo.

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  4. De los "nuevaoleros" franceses el que más me llega es Truffaut desde siempre. Me encantan los directores que aman a sus personajes y cuentan sus vivencias y conflictos de modo pasional, cercano y cálido. Puede que no sean muy objetivos a la hora de afrontar sus historias, pero no me importa, es más, lo agradezco. "La noche americana" me atrapó la primera vez que la vi y desde entonces no me ha soltado.
    Un beso.

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    1. Menuda cantera la de la "nouvelle vague": Jacques Rivette, Eric Rohmer, Jean-Luc Godard, Truffaut, Chabrol, Demy... y menudo empujón que le dieron al concepto académico de la puesta en escena. Estoy contigo en cómo describes a Truffaut porque a mí me ocurre lo mismo. Siempre he sentido una especial debilidad por ese tipo de directores como Stanley Donen, Leo McCarey, Renoir y por supuesto, Truffaut, que se acercan a sus criaturas con lucidez no exenta de cariño.
      Un beso.

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