13 de julio de 2014

LA AVENTURA (L'avventura)
(It-Fr) Gino del Duca / P.C. Europee / P.C. Lyre, 1960. 145 min. BN.
Pr Ej: Amato Pennasilico. G: Elio Bartolini, Tonino Guerra y Michelangelo Antonioni, basado en un argumento de Antonioni. Ft: Aldo Scavarda. Mt: Eraldo Da Roma. Vest: Adriana Berselli. DA: Piero Poletto. Ms: Giovanni Fusco. Dr: Michelangelo Antonioni.
Int: Monica Vitti, Gabriele Ferzetti, Lea Massari, Dominique Blanchar, James Adams, Esmeralda Ruspoli, Renzo Ricci, Lelio  Luttazzi, Dorothy de Poliolo, Giovanni Petrucci.
Anna (Lea Massari) y Claudia (Monica Vitti) son amigas. La primera no está segura de sus sentimientos hacia el hombre del que depende sentimentalmente.
Sandro (Gabriele Ferzetti) mantiene una relación ambigua con Anna. El aburrimiento y la desgana parecen presidir sus encuentros.
Una excursión en el yate de unos amigos les lleva hasta una escarpada isla donde recalan para pasar el día. Allí, la relación de Anna con Sandro hace crisis.
Este es el momento, junto a Sandro, en que vemos por última vez a Anna. Un fundido encadenado
disuelve la escena y ella no reaparecerá.
El grupo de amigos intenta localizarla sin conseguirlo. Ahí vemos a Sandro, Raimondo (Lelio Luttazzi), Patrizia (Esmeralda Ruspoli), Giulia (Dominique Blanchar) y Corrado (James Addams).
Durante la infructuosa búsqueda de Anna, Sandro y Claudia inician un acercamiento.
Un cielo amenazador preside esta escena en que Sandro expone sus dudas y frustraciones.
Preocupada y dubitativa, Claudia sube al tren. Parece querer alejarse de algo.
SINOPSIS: Un yate particular en el que efectuan un crucero de placer varias parejas amigas, recala en un islote y allí desaparece sin dejar rastro una mujer. El novio y la amiga de la desaparecida, se dedican a su búsqueda con la ayuda de la policía, pero infructuosamente. Lo seguirán haciendo solos tratando de agotar todas las posibilidades, hasta que el desánimo y el progresivo desinterés se apodera de ellos.
La búsqueda de Anna se va difuminando a medida que entran en juego otros elementos.
Claudia comprende bien las debilidades de Sandro. ¿Comienza a amarle, o sólo le compadece?
En un paisaje desolado y rural, un beso sin demasiado fuego.
Mientras el resto de sus amigos parecen resignarse con la situación, Claudia se resiste a "olvidar" a su desaparecida amiga Anna.
Claudia expresa a su amiga Patrizia sus temores ante la posibilidad de que reaparezca Anna en un momento en que se consolida su relación con Sandro.
Buscando a Sandro en las estancias donde se celebra una fiesta, Claudia le sorprende metiendo mano a una buscona de alto de standing (Dorothy de Poliolo).
Conmocionada por ese descubrimiento, Claudia huye del lugar y vaga por los alrededores. Sandro la sigue.
Finalmente, Claudia está en disposición de compadecerlo y aceptarlo con sus debilidades como una hermana-madre-amante.
COMENTARIO: El tempo en los films de Antonioni (superficialmente entendido como lentitud narrativa) siempre resultó fundamental y determinante para el dibujo y comprensión de unos personajes en “crisis”, en un permanente estado -digamos- de inconsciencia, de no ser capaces de comprender la propia responsabilidad. Los percibimos incómodos, insatisfechos, pero, sin embargo, no se consideran culpables de nada y, la verdad, no parece que el pesimismo romántico del autor les otorgue mucho margen para sus posibilidades de salvación a lo que hay que agregar esa manoseada dificultad de comunicación. ¿No pueden o no quieren comunicarse?. Todo ello hace que sean seres que se sienten solos -y lo están- y parecen ignorar hasta qué punto su soledad, la insolidaridad colectiva, es un fenómeno de nuestro tiempo (para el caso, tanto da 1960 como 2014), fruto de unas causas objetivas y analizables, no por ellos, claro, que son incapaces.
Tal vez una de las claves esté en su ideología y extracción social. Ellos, problemáticos y vacuos, burgueses insatisfechos con sueños aparcados, industriales o de profesiones liberales que asimilan su trabajo como un "mal necesario" en tanto en cuanto les sirve de medio para poder financiarse su integración en un organizado tren de vida; ellas, mujeres acomodaticias y desocupadas (a veces, su abulia nos las impide resultar más lúcidas que ellos como la Claudia de "LA AVENTURA") que, como en el caso que ahora nos ocupa, tanto unos como otros, se dejan arrastrar indolentes por la corriente de su frágil voluntad, incapaces de superar su propia levedad que en última instancia les impide sentir en profundidad y de manera permanen­te. Conversan, caminan erráticos, se aburren, se miran el ombligo y olvidan con facilidad. En este sentido, en “LA AVENTURA”, no es un "descuido" de los guionistas el dejar sin resolver la desaparición del personaje de Lea Massari (en lo que podríamos considerar un audaz suspense al revés) porque, sencillamente, esa inencontrable Anna va difuminándose progresivamente en la memoria y el interés de su novio y la amiga, quienes finalmente utilizan su búsqueda como una mera excusa para el inicio de un desecado romance sin rumbo ni porvenir.
No es necesario añadir para quienes ya conozcan esta película (y otras del autor), que tanto la imprescindible musa Monica Vitti como el ajustado Gabriele Ferzetti y la inconmensurable Lea Massari, conforman un espléndido triángulo que responde con exactitud a los propósitos del discurso antonioniano.